Historia

LOS INICIOS

A fines de la década de 1950 el notable y explosivo aumento de la población hacia los faldeos de la pre cordillera capitalina, así como de la impostergable necesidad de contar con una nueva unidad especializada en Hachas, Escalas & Salvamento, ante el aumento de las emergencias en el creciente radio de acción del Cuerpo, sobrepasando la capacidad de respuesta de la única unidad de esta especialidad con que contaba la Institución y que además hacía las veces de unidad de Agua, como “Compañía mixta” por ese entonces, obligan al Directorio del Cuerpo a tomar la decisión de organizar la Sexta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa, “Bomba La Reina – Alberto Ried Silva” unidad de Hachas, Escalas & Salvamento, y ubicarla en el sector de La Reina, concretando su fundación con fecha 17 de Noviembre de 1959, conformando así y en términos organizacionales un reforzado frente compuesto por las Compañías 3ª, 4ª y 6ª, dos Bombas y un Portaescalas, batallón de primera respuesta del sector oriente de la Capital vigente hasta hoy en día, el cual buscaba complementar la operatividad del Cuerpo junto al ya conformado en el lado poniente de la jurisdicción del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa por las Compañías 1ª, 2ª y 5ª, de iguales características.

Compuesta en sus inicios por destacados y experimentados Voluntarios de diversas Compañías del Cuerpo por una parte, así como de un puñado de jóvenes hombres por otro lado que en muchos casos no superaban los 17 años de edad, la naciente identidad de la nueva Compañía comenzaba desde temprano a dar cuenta de un fiel compromiso con el deber en el marco de las labores de “Acceso y Salvataje” propias de su especialidad, el arrojo, la tenacidad y la valentía a toda prueba durante sus primeras actuaciones le hacen valer en poco tiempo el reconocimiento del resto del Cuerpo, adoptando merecidamente el lema de “Lealtad y Abnegación” en su primer escudo, «El viejo Cóndor», apodo otorgado a los primeros Sextinos por el resto del Cuerpo debido a que en sus primeros meses y a falta de uniformes rojos de parada, la Sexta acudía a toda presentación vestida de orgullosa cotona negra, blanca toalla asomada al cuello y el puntudo «coscacho» inglés, casco del antiguo servicio similar al pico y cresta del cóndor, siendo estos «Cóndores» los bravos protectores, que al aullido primordial y reaccionario de las pailas de alerta, bajaban en veloces minutos desde la altura santiaguina, como si de un altivo Cóndor en reclamo de una presa, se tratase.

EL CUARTEL

Los primeros meses de vida de la Sexta Compañía transcurrieron en una provisoria y primera instancia en el cuartel de calle Antonio Varas, que albergaba a la Segunda Compañía, siendo recibidos poco después y más cerca de su futuro radio de acción, en el cuartel de Avenida Ossa junto a la Tercera Compañía, a la espera de contar con un sitio adecuado para levantar el anhelado cuartel propio. Finalmente la Institución consigue la donación de un terreno ubicado en el corazón del sector de La Reina (no sería municipio hasta 1963), ubicado en calle Echeñique frente a la plaza Ossandon y que había pertenecido al departamento de vialidad de la Municipalidad de Ñuñoa y en el cual se levantó y ensambló una antigua y pequeña casa de madera que había albergado a la Quinta Compañía, al fundarse pocos años atrás, y que hubo que acomodar a pulso recuerdan los más antiguos: “estábamos tan entusiasmados con la idea de levantar nuestro propio cuartel que despejamos todo el sitio arrancando hasta con las manos las malezas y zarzamoras ante la falta de palas y picotas y partiéndonos el lomo acarreando rocas, bolones y viejas soleras de piedra que dejaron ahí botadas los de vialidad, no hubo ninguno sin ardor de manos y quebradura de cuerpo al día siguiente, total que importaba, ya éramos Bomberos de Escalas de todos modos”, recuerda el destacado Fundador George Rishmague Odde (quien ha desempeñado exitosamente el cargo de Director en numerosos períodos).

Fue ese provisorio y orgulloso primer Cuartel de madera el albergue de los hombres de La Reina y de su primer estandarte de acero, el magnífico y elegante Portaescalas Studebaker ’39, el “Tobalaba”, viejo carro de la Segunda Compañía destinado por el Mando del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa a la entusiasta Bomba La Reina en sus primeros años.

img001No pasaría mucho tiempo hasta que la pequeña estructura de madera diera paso a una construcción más amplia y acorde a las necesidades básicas de una Compañía de Bomberos, proceso que tomó gran parte de los años ‘60s, tiempo conocido entre los más antiguos como los años de la “pequeña casa en la pradera” dada su rústica estructura exterior y su chimenea siempre humeante en invierno, secando al interior uniformes de más de alguna batalla frente a los pitones o algún lluvioso salvamento.

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Durante la primera mitad de la década de 1980 y ante la incorporación a la Compañía de dos nuevos carros, la sala de máquinas fue ampliada considerablemente, siendo este Cuartel 5 años después casi completamente demolido para levantar en forma definitiva, la actual estructura de hormigón y ladrillo que hoy distingue a la Bomba La Reina, diseñado por el Arquitecto y Voluntario Honorario Sr. Octavio Cabello y cuya sala de máquinas, posee desde 1998 capacidad para tres máquinas desde la adquisición en ese año de un compacto y versátil carro exclusivamente diseñado para la especialidad de Rescate Vehicular (hoy redestinado a la Segunda Compañía del CBÑ).

 LA MODERNIZACIÓN OPERATIVA Y LAS NUEVAS ESPECIALIDADES

Como especialista en Salvamento desde sus inicios, la Bomba La Reina se dedicó incansablemente al rescate de víctimas de manera convencional, con la utilización de sogas torzidas de manila y yute ancladas al clásico “gancho araña”, así como todo otro elemento que sirviese para liberar, extraer o “atajar” a toda víctima en peligro, como hachas, combos, palas, lona de Salvataje, entre otras, elementos rudimentarios del viejo Portaescalas Studebaker, pero el aumento de la población y por ende de las construcciones, junto a la gran circulación de vehículos comenzaban a generar nuevos desafíos para el servicio, escenario que la Sexta de manera progresista contribuyó a modernizar tanto dentro de la Institución, como a nivel nacional.

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Con la incorporación en los años ‘70s de elementos más sofisticados sobre el viejo Portaescalas Ford (recientemente adquirido), como herramientas ajustables de rescate (portopower), muela de liberación de puertas, motodisco y un botiquín cada vez más utilizado en víctimas gravemente heridas además de equipos de respiración, no pasó mucho tiempo hasta la obtención de mayores conocimientos técnicos logrando en esa década el mejoramiento de la penetración en el humo con mayor eficiencia en el rescate de víctimas en incendios, así como accidentes de todo tipo siendo esta época en particular, una de las más valerosas, heroicas y románticas etapas en la historia del Cuerpo, ante un creciente número de incendios de gran envergadura y complejidad que este debió enfrentar durante esos convulsionados años, recordados como «los años de las Guardias» en que debido a la medida de «toque de queda» aplicada durante la noche, eran las Guardias Nocturnas de tan solo 4 o 5 hombres, las que debían hacer frente por su cuenta y sin mayor apoyo a complejos escenarios de ataque al fuego, formándose en sus filas grandes y sacrificados Bomberos, Oficiales e incluso muchos de los futuros primeros Instructores Técnicos Ñuñoínos formadores de la actual Academia Nacional de Bomberos, dotados de un conocimiento y experiencia práctica sobresaliente, frutos de esta vanguardista escuela.

En el caso Sextino esto significó el cimiento idóneo de su perfil como unidad tecnificada, la cual por años se ha valido del brillante ingenio de sus destacados y jóvenes mandos, para la superación de todo obstáculo por imposible que pareciera, logrando a posterior tras la llegada del imponente y moderno Portaescalas Renault PG-60 y para fines de los años ‘80s y principios de los ‘90s, la incorporación de técnicas y procedimientos más avanzados y normalizados de rescate vehicular, junto con la adquisición de modernos equipos de “extricación” y por otro lado cuerdas para el rescate en alturas, disciplina ejecutada formalmente desde mediados de la década de 1980, tras la aprobación de miembros de la Sexta del curso de rescate con cuerdas, instruidos por destacados rescatistas nacionales en esta materia como el andinista Claudio Lucero, con la posterior formación de un selecto Grupo de Rescate interno.

Fue así como en la segunda mitad de los ‘90s, la Sexta Compañía como unidad de Salvamento, asume la tarea de modernizar las técnicas de esta especialidad, ampliando además su intervención en desastres de mayor envergadura y complejidad que hasta entonces escapaban a la respuesta eficiente de toda unidad bomberil a nivel nacional, enviando a un primer contingente a los EE.UU. con la finalidad de ser instruidos en técnicas avanzadas “Usar” (Urban Search & Rescue), dándo inicio así a la especialidad de Búsqueda y Rescate Urbano en Chile, generando a partir de este primer grupo a los primeros instructores nacionales en la materia, responsables del diseño del primer curso de Rescate Urbano del CBÑ, replicado por la Academia Nacional de Bomberos e instruido a miles de Voluntarios a lo largo de Chile. Esta época además coincide con la creación por parte de la Sexta del curso de Rescate en Aguas Torrentosas, dada la recurrencia de emergencias producidas por caídas y ahogamientos en el cauce de los canales San Carlos y Las Perdices, normando así nuevos procedimientos y técnicas más eficientes y seguras, además de la adquisición de trajes e indumentaria especializada para la intervención adecuada de los hombres de la Bomba La Reina en este tipo de escenarios, en los cuales se ha solicitado la presencia de la Sexta Compañía incluso en afluentes, tranques y lagunas externas a los límites de su radio de acción para el rastreo de víctimas.

Así además el mando de la Institución asigna a mediados de los años ’80s, una bomba con estanque de 3.000 lts. de agua a la dotación de la Sexta Compañía, convirtiéndola en unidad integral multipropósito al deber asumir junto a la especialidad de Hachas, Escalas & Salvamento, la de Agua, en respuesta a la lejanía de las Compañías más cercanas de esa especialidad al sector de La Reina, las cuales tardaban valiosos minutos en arribar a los siniestros que se producían en el radio de acción de la Sexta, lo que dejaba sin resguardo a los Sextinos durante las labores de búsqueda y rescate de posibles víctimas atrapadas por el fuego, además de retrasar las labores de extinción del incendio a pesar de los cortafuegos hechos por los propios Sextinos ante el avance de las llamas.

Ya entrada la primera década del siglo XXI, y tras una mayor necesidad de contar con elementos técnicos de mayor sofisticación ante los nuevos retos del servicio, las prestaciones del Portaescalas modelo «tradicional» Renault de 1984 se hacían insuficientes para el transporte del nuevo y diverso material necesario para la continua mejoría de la eficiencia, de las operaciones propias de una moderna unidad de Escalas & Salvamento, por cuanto, y tras años de anhelados proyectos, se llegó a la conclusión de diseñar un vehículo capaz de aumentar la capacidad de transporte de material necesario para Rescate Urbano, soporte y carga de aire, recuperación de la función de Rescate Vehicular del Portaescalas, mayor capacidad energética, entre otros, con la duplicación del espacio disponible para material menor, en relación al anterior modelo de carro, lo cual se tradujo en la adaptación de una unidad de fabricación norteamericana tipo «Heavy Rescue», al concepto operativo del Portaescalas, siendo nuevamente pioneros en materia de diseño v/s eficiencia en la respuesta. Esta moderna unidad (ya replicada por otras unidades de Escalas & Salvamento del país), fué puesta en servicio en Abril de 2012, prestando a la fecha valiosos servicios al CBÑ y fuera de este.

LA DESGRACIA

La muerte, vieja contendora de la Sexta desde sus sacrificados inicios, jamás ha dado su brazo a torcer frente a los Sextinos por más de medio siglo de historia, siendo sus pocas victorias jugadas de manera cobarde e inesperada ante los más incomprensibles eventos, enseñando a la Sexta Compañía a no dar jamás la espalda a la desgracia mortal, hecho que si bien ha rozado los límites de la valentía y el heroísmo a riesgo de la propia existencia para el Sextino, aún mantiene orgullosamente vacias las listas de su posible martirologio.

Justo cuando la recién formada Compañía comenzaba a engrosar sus filas a principios de los ‘60s, con la incorporación de una entusiasta juventud compuesta entre otros por el joven Aspirante Juan Soto Bizzozero, quien bordeaba los 17 años de edad y soñaba con ser piloto de la Fuerza Aérea, la muerte golpeó por vez primera y tempranamente a la Sexta Compañía con su deceso, provocado de forma instantánea al protagonizar un accidente en motocicleta junto a otro Aspirante, en camino a una emergencia a la cual acudían tras el viejo Portaescalas Studebaker. Es este doloroso recuerdo el nombre que hasta hoy en día lleva la Sala de Guardia Nocturna en su memoria, compuesta en sus inicios por los jóvenes fundadores que aún recuerdan su trágica partida, así como la homónima plaza de calle Güemes, en la Comuna de La Reina.

Fue el viejo Portaescalas Ford L-6 el protagonista de otra de las tragedias de la Sexta Compañía en su historia, cuando en 1976 en la esquina de las calles Valladolid y Pontevedra en la comuna de La Reina, el carro colisionó violentamente con un bus de transporte del Ejército, provocando la muerte de su Cuartelero Galvarino Guzmán e hiriendo a su Maquinista Juan Vigas, quien sobrevivió a este accidente, producido en el trayecto del carro sin sirenas rumbo a una reparación de rutina, dejando así y a sus 36 años a una Esposa y tres pequeños hijos y cuyos restos descansan en el mausoleo de la Institución.

En 2007 y tras finalizar un ejercicio de Escalas frente al Cuartel, el recién ingresado Voluntario Isaac Perera Diamante de 40 años, Casado y Padre de dos hijos, sufrió una falla cardiaca fulminante siendo trasladado en el propio carro de Rescate de la Sexta hasta un centro asistencial, falleciendo en el camino a pesar de las maniobras de resucitación ejecutadas por sus propios compañeros en el trayecto ante la gravedad de su dañado corazón, dejando a su familia y a la Sexta toda, devastadas ante la tragedia y la impotencia. En 2012 su hijo mayor ingresa a la Compañía realizando el mismo juramento de su padre ante la Sesión de Compañía.

En este medio siglo, la supervivencia, ha sido por otra parte, gran protagonista en esta lucha contra la muerte en innumerables ocasiones en que la desgracia, no ha podido aún arrebatar de las filas de la Sexta a gran cantidad de sus hombres, en miles de peligrosos y terroríficos minutos de tragedia, como el protagonizado por los Sextinos en el gigantesco y funesto Incendio de Madreselvas en 1962, que arrebató a la Segunda Compañía a tres de sus hombres alcanzados por el fuego, sobreviviendo con graves heridas nuestro Fundador José Urzúa Cruzat, quien es por lejos y sin duda alguna, uno de los mejores y más audaces Bomberos de linea en la valerosa historia de la Sexta Compañía del CBÑ, intentando nuevamente la desgracia años después, llevarse consigo al Ex Teniente 1° Carlos Hasbún Zubiri, quien sobrevivió en 1995 a una descarga eléctrica de más de 12.000 voltios mientras trabajaba sobre una escala, lo cual lo mantuvo en estado grave durante días, sobreviviendo en gran medida por el pronto auxilio de sus pares, formando parte aún de las filas Sextinas.

LA SEXTA EN LA ACTUALIDAD

Hoy en día la Bomba La Reina, se encuentra a la vanguardia técnica en la respuesta a emergencias en el ámbito bomberil nacional, compuesta por un centenar de altamente entrenados hombres entre los cuales se han destacado los nombres al mando de la Institución de los Voluntarios Rómulo Bruna, Alejandro Fernández y Daniel Vergara, entre otros, contando con una dotación actual de tres modernas piezas de material mayor, equipados con la última tecnología para la rápida y eficaz protección de la ciudadanía, siendo reconocida entre otros ámbitos a nivel nacional, por su inagotable aporte a la capacitación de los Bomberos de todo Chile.