Jaime, un buen amigo, un mejor bombero

Publicado por Felipe González Viteri en


Homenaje a un Ilustre Hombre y Gran Bombero de la Bomba La Reina

(Con profundo cariño y respetuoso recuerdo, a mi amigo y camarada, Miembro Honorario de Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa y de la Sexta Compañía Don Jaime Fernandez García (Q.E.P.D.), al conmemorarse próximamente el quinto aniversario de su fallecimiento).

por Patricio Bowen Alfaro (Miembro Hon. del CBÑ)

«Tu ausencia lejos de hacer que te desvanezcas en mis recuerdos te arraiga en mis sentimientos«. OYA_IRE
Fue la madrugada de un día Viernes 28 de septiembre del año 2007, cuando al igual que muchos de mis amigos y camaradas, me fue comunicada la triste e infausta noticia tras una larga y penosa enfermedad, del fallecimiento de Jaime, un amigo e ilustre bombero.
Aún cuando creemos estar preparados para un momento tan apesadumbrado, la verdad es que no es así, pues espontáneamente brotan los recuerdos y los nobles sentimientos dan origen a las lagrimas ante la pronta partida de uno de los nuestros, y al que a muchos nos unía un especial cariño, en lo personal, esta unión se fortaleció siendo este junto a su estimada Esposa, participe de algunos de los momentos importantes de mi vida familiar.
En esos instantes tras esta amarga comunicación, mis reflexiones me llevaron a evocar la intachable trayectoria bomberil de Jaime por más de 38 años de servicio, siendo ella representada en su ejemplar Hoja de Servicio, lo que le valió el reconocimiento de quienes compartían el mismo ideal como integrante del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa.
Sin duda, su actuación, su entrega y consagración a esta causa, en la historia de la Sexta Compañía, su nombre ocupará un lugar de merecido honor, pues lo tiene conquistado noblemente y en forma sobresaliente.
A Jaime le conocí desde ese ámbito, el bomberil, en que tuve además el grato placer de conocer a su Esposa Ilse e Hijas, quienes constituían la fuente que le nutría de amor y confianza para afrontar el día a día, amor que difundía orgullosamente y en forma permanente en cada eventualidad que se lo consentía.


Fueron diversos los momentos en que al margen de coincidir juntos en responsabilidades bomberiles, él en su cargo de Director y yo desde el cargo de Capitán, y aún no encontrándonos ligados en estas responsabilidades, que armonizamos momentos de esparcimiento y alegrías, junto a otros conocidos Voluntarios Sextinos, como George, Alejandro, Mauricio, Roberto, Jorge, Aldo, Gustavo y tantos otros más, además del recordado y querido Aladino nuestro mayordomo de la época, circunstancias que verdaderamente nos unificaron y de alguna forma nos permitieron conocernos mejor.
En ese espacio siempre estuvo presente la anécdota, la risa tras el frecuente chiste lo cual nos circunscribía en un aura de esparcimiento y buen humor, y donde Jaime resaltaba por su gracia y notable ingenio, aportando a generar un ambiente de calidez y felicidad, difícilmente de justipreciar en esos instantes y que en la actualidad algunos añoramos.
Al momento de su deceso, yo ocupaba el cargo de Vicesuperintendente de la Institución, lo que me permitió apreciar desde otra perspectiva, el pesar de miembros del Cuerpo de Bomberos de Ñuñoa que mucho le estimaban, donde los sentimientos discretamente sostenían un silente recogimiento, evidenciando algunos de los rostros, ojos enrojecidos por el sollozo que brotaba súbitamente, más aún cuando los estandartes de la institución cubiertos con su crespón negro en señal de duelo, acompañaron su féretro en una marcial escolta hasta el vehículo que lo trasladaría a su última morada, y donde las Compañías apostadas a cada costado del prolongado camino, le rendían augustos honores a quién se constituía en un hidalgo paradigma de lo que es un verdadero Bombero Voluntario, cuya misión nunca abandono hasta sus postreros días de vida.
Al transcribir este escenario, emociones de congoja aún afloran en mi corazón, las que se han visto disminuidas con el avance del tiempo, al comprender que Jaime esta junto al Todopoderoso, resguardando el bienestar de su distinguida familia, de su gran amigo George y familia, como el de aquellos que nos reconocíamos como sus amigos y participes de variados y conspicuos momentos de agrado.
No existen tributos que gratifiquen a plenitud, la entrega, el esfuerzo, y la dedicación, como fueron las características que descollaron en la actuación de Jaime, que compensen el reconocimiento que debe hacerse a todo hombre noble y gran bombero, como lo fue él, aún cuando lo que aparece como extraordinario y de relevancia especial, todavía me parece que es insuficiente.
Cuando expuse al Director de la Sexta Compañía, su dilecto y entrañable amigo George, la propuesta que se considerará en retribución a la loable trayectoria de Jaime, la realización de un Ejercicio Anual que llevará su nombre, este inmediatamente la hizo propia con personal pasión y afectividad, presentándola a la Compañía la cual sin demora alguna la aprobó por unanimidad, cumpliéndose este Ejercicio de forma invariable año a año, hasta el presente.
Esta distinción en que se le hace un orgulloso acto de recordación, aún no retribuye en forma íntegra, la lealtad innegable y genuina con que Jaime procedió siempre en la aplicación ferviente y honrada de la génesis que propugna nuestra misión, actitud que le valió nuestra gratitud como de la Institución toda.
He logrado aprovechar esta tribuna, para cumplir con un fiel homenaje postergado por muchos años, hacia a quién compartí por prolongado tiempo; a quién le tenía un enorme afecto; a quién me entrego con su natural simpleza riquezas de vida agraciándome con valores de acentuada significación; a ese ilustre amigo al que ingratamente destinamos nuestras meditaciones en un reducido tiempo, cuando la fecha nos impone hacerlo.
A él mi homenaje y mis honores no siendo nunca tarde para concebirlos, demandando su perdón por el retraso en darlo a conocer, pero la oportunidad era ahora y no otra, cuando el recuerdo es la base de su presencia, cuando el cariño y reconocimiento se han visto inmortalizados en los tiempos y cuando el alma, el espíritu y la energía alineados en un solo propósito, fielmente lo han indicado.
En esta exclusiva oportunidad, mis expresiones están expuestas y afinadas con las emociones que estimula mi corazón y la sabiduría que nutre mi memoria a través de los años y sus nostalgias, las que he querido compartir, para remembranzas de los longevos Voluntarios y el saber de los bisoños Voluntarios, hombres del mañana, de quién fue el querido Jimmy y del porque se le identifica como un célebre bombero e inestimable amigo.
He cumplido con mi íntima promesa efectuada el 28 de septiembre del año 2007. La complacencia de mi conciencia está en haberme dado todo este espacio de tiempo para rendir una justa dedicatoria a un glorioso Bombero y a su amistad.
¡Jaime, amigo, descansa en paz por siempre. Tu imperecedera imagen será la luz que guíe!